Fausta y su tía se detienen frente a un portón y llaman, su tía le amina recordándole que  Fina es muy buena. Por una pequeña ventanilla aparece el negro y redondo rostro de Fina, les saluda advirtiéndoles que hace tiempo les esperaba y que se les ha hecho tarde, en tono de reproche  y abre el portón.
Fina expresa su sentir  por la muerte de la madre de Fausta y le comenta que ella también se encuentra afligida y haciendo un gesto de olvido  y  le comunica a Fausta que la señora Aída, la patrona,  ha dicho que no al adelanto de salario solicitado por Fausta. El Jardín es grande como largo el camino a la casa, Fina continúa hablando y Fausta le sigue unos cuantos pasos atrás manteniendo baja la mirada, a pesar de que fina le imparte instrucciones Fausta, ésta parece no escucharle.
 Al llegar a la casa, Fina realiza minucioso examen físico en Fausta, orejas, cuello, manos, Fina advierte a Fausta quién permanece inmóvil y sin pronunciar palabra alguna, que su cuello está sudado y debe bañarse de inmediato, que la falta de higiene es un punto que debe cuidar con mucho celo ya que son el tipo de cosas, que desaniman a la señora Aída.  
Ya en la habitación de Servicio, Fina le indica a Fausta que allí está su uniforme y artículos para su cuidado personal que le regala la patrona porque ella es muy buena,  le recuerda que todos los días después del baño, debe dirigirse a la cocina y que allí espere a que la Señora Aída le llame de lo contrario debe  permanecer siempre en su cocina.
Por Ovidio Dejesús E.
lunes, 5 de julio de 2010
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